En 1810 el médico alemán Samuel Hahnemann, que había renegado años antes de la medicina al uso, publicó su peculiar forma de combatir la enfermedad. Si la medicina oficial trataba de contrarrestar los síntomas mediante sangrías, purgas o enemas, en ocasiones con más perjuicio que alivio, Hahnemann proponía administrar sustancias que provocaran síntomas semejantes («similia similibus curantur»). Su nuevo arte de curar, al que llamó homeopatía, ganó rápidamente adeptos entre los galenos y ha llegado hasta nuestros días en muchos países europeos, en especial Alemania, donde surgió.
Aunque la forma de proceder de la medicina moderna -que ya no trata de contrarrestar los síntomas sino de detener los procesos patológicos que los originan- sea muy diferente de la de principios del siglo XIX, ahora, como entonces, un número significativo de personas y médicos, buscan alternativas a una excesiva medicalización, recurriendo a ésta y otras terapias alternativas, que en muchos casos no han probado de manera inequívoca su eficacia y cuyo ejercicio no garantiza siempre estar en manos de un profesional debidamente cualificado. La Organización Mundial de la Salud, recomendó en 2002 la regulación de las terapias alternativas y complementarias «dada la escasez de datos científicos sobre su inocuidad y eficacia». Para ello proponía formular una política y una reglamentación en cada país que garantizase su buen uso.
La Generalitat de Cataluña fue la primera autonomía en intentar regular un total de trece terapias naturales, mediante un Decreto aprobado en 2007 que fue anulado en junio del año pasado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña porque reconocía «el ejercicio de actividades materialmente sanitarias a profesionales no sanitarios en establecimientos no sanitarios».
Ahora es la Organización Médica Colegial (OMC) la que ha decidido considerar la homeopatía un acto médico, «para concienciar a quienes recurren a esta terapia de que lo hagan con profesionales médicos que hayan acreditado una formación en medicina y otra posterior en homeopatía», explica Cosme Naveda, portavoz de la OMC en terapias complementarias. Y es que una de las preocupaciones de esta organización médica es que «quien acuda a un homeópata no reciba un diagnóstico excluyente sino integrativo de la medicina convencional y de la homeopática. ¿Quién puede hacer ese diagnóstico? Sólo un médico formado en ambos campos. Es imposible que un homeópata no médico pueda hacerlo, con el gravísimo riesgo de cometer un error por omisión, por retraso en el diagnóstico y en la aplicación del tratamiento adecuado», explica Naveda. Otra razón que esgrime es que «los preparados homeopáticos son medicamentos según nuestra legislación y los deben prescribir los médicos tras un diagnóstico y las pruebas clínicas pertinentes».
Asignatura pendiente
Esta decisión de la OMC, ¿significa el reconocimiento de la eficacia de la homeopatía? De momento sólo se pretende regular su ejercicio. La demostración de eficacia es aún la asignatura pendiente, como explica Naveda: «La OMC es plenamente consciente de que sobre la eficacia de la homeopatía hay aún grandes controversias y grandes detractores. El reconocimiento vendrá dado tras la demostración científica de su efectividad a través de los estudios pertinentes, elaborados con el suficiente rigor y la adecuada metodología. Ésta es una labor que les queda por hacer a las sociedades que agrupan a los médicos homeópatas», explica.
Desde la Sociedad Española de Homeopatía, con sede en el colegio de Médicos de Valladolid, su presidenta, Dolores Tremiño, argumenta que «hay ya muchos trabajos científicos que demuestran que la homeopatía es eficaz. Aparte lleva más de doscientos años practicándose. Si no fuera eficaz la gente no recurriría a ella. Y se ha demostrado que su efecto es diferente al del placebo». Sin embargo, no destaca ningún estudio en particular que lo demuestre.
Explica Tremiño que aún se desconoce el mecanismo que hace eficaces a los remedios homeopáticos, que son el resultado de repetir hasta 30 veces una dilución 1/100, en la que una gota de producto se diluye en 99 de agua. A su vez una gota de esta solución ya diluida se disuelve en otras 99 de agua. Y así hasta 30 veces en algunos casos. Para hacernos una idea, el resultado de repetir 12 veces ese proceso sería como poner una gota de producto en el Atlántico. Científicamente puede considerarse que no queda ni rastro de la sustancia inicial, pero «queda la información del producto de base. Acabo de recibir un artículo que habla de cómo la composición del agua puede guardar la memoria de la sustancia de la que has partido. Pero eso está por demostrar», admite Tremiño.
En el centro de salud
Mientras llega esa demostración de efectividad que demanda la OMC, la homeopatía se abre paso en las consultas de la red pública. En el centro de Salud Delicias Sur, de Zaragoza, los usuarios pueden recibir el consejo de un homeópata desde hace más de un año «con resultados satisfactorios», precisa Ángel Antoñanzas, coordinador del centro. Incluso tienen lista de espera para esta consulta que llevan médicos en prácticas de la Universidad de Zaragoza después de hacer un curso de especialización en Homeopatía. Alergias, enfermedades reumáticas y respiratorias crónicas o dermatitis infantiles cosechan los mejores resultados, dice Antoñanzas. Suele ser el médico de familia o el pediatra el que deriva a los pacientes, aunque otros lo solicitan directamente.
La medicina privada se hace eco también de esta demanda creciente, como explica Ignacio Ferrando, director de Comunicación Médica de Sanitas: «No están cubiertas por las pólizas, porque aceptamos lo que la Agencia Española de Evaluación de Tecnologías Sanitarias reconoce al respecto. Pero es una demanda social y respetamos el principio de autonomía del paciente y por eso se incluyen dentro de Mundo Salud, una empresa que ofrece servicios relacionados con el bienestar, porque entendemos la salud en el sentido amplio de la OMS, como un estado de bienestar», aclara.
Junto a la homeopatía, están disponibles osteopatía y reiki, entre otras, «siempre con la garantía de que quienes las practican son profesionales sanitarios con formación adecuada y acreditación en su colegio profesional respectivo», recalca Ferrando.
La homeopatía no es la única «terapia no convencional» que se instala junto a la medicina oficial. El Centro de Atención Primaria Sagrada Familia, de Barcelona, ofrece además flores de Bach y acupuntura a cargo de una enfermera. En este caso, la única conexión que tienen con el sistema público es que están ubicadas en el mismo edificio, pero se pagan las tarifas estipuladas para cada terapia, aclara Carlos Romero, coordinador de terapias complementarias del Sagrada Familia. El precedente fue una consulta de odontología abierta en el centro y luego le siguieron las terapias alternativas. Este semestre quieren incluir la osteopatía. Romero señala que dada la demanda, creyeron positivo para el centro ofrecerlas fuera del servicio público y algo más baratas, aunque sin hacer competencia desleal.
Acupuntura en los hospitales
Los hospitales de la red pública de salud también han abierto su repertorio a las «complementarias». Hace ya cuatro años que el Virgen de las Nieves incorporó esta técnica para luchar contra el dolor. Fue la primera vez que en la sanidad pública se contrató específicamente a una médico acupuntora, aunque esta terapia la habían estrenado previamente otros dos centros andaluces, el Virgen del Rocío, de Sevilla, y el Reina Sofía, de Córdoba.
El Servicio Andaluz de Salud impulsó su incorporación ante las evidencias científicas de sus beneficios, demostrados con metaanálisis publicados en «Pain», la principal revista médica del dolor, señala Rafael Gálvez, responsable de la Unidad del Dolor y Cuidados Paliativos del Virgen de las Nieves. En la Unidad se tratan mediante acupuntura la lumbalgia crónica o el dolor postoperatorio en intervenciones de columna. «Se utiliza como complemento al tratamiento farmacológico, que suele reducirse por la mejoría experimentada con esta técnica», aclara Gálvez. El uso de analgésicos puede disminuir hasta en un 70 por ciento, «además de mejorar el sueño y el ánimo, algo que los calmantes por sí solos no logran», añade. Y sin efectos secundarios, «que serían en todo caso mínimos, como alguna infección, que se evita con las agujas estériles de un solo uso».
Dolores Caballero, médico acupuntora del Virgen de las Nieves, explica que «está más que comprobado que cuando se punzan los puntos específicos de acupuntura de manera adecuada suben en sangre los niveles de endorfinas, serotonina, ACTH y cortisol, que intervienen en los mecanismos del dolor y sobre los que actúan los analgésicos». Falta por aclarar que esos puntos se sitúen sobre una estructura física, «desconocemos la anatomía del canal que los une, pero con técnicas de contraste radiactivo se ha visto que el tecnecio 99 inyectado sigue el camino de los canales descritos en esta terapia milenaria». Caballero es partidaria de utilizar la acupuntura como primera opción y no sólo limitada al dolor, también en alergia, asma o incluso parálisis facial.
Natural no equivale a inocuo
Emilio Alba, presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica, señala que desde su organización no están en contra de este tipo de terapias alternativas, en especial aquellas que no implican tomar ningún tipo de sustancia. «Estamos convencidos de que la acupuntura, el yoga o la meditación pueden ser positivas en pacientes con cáncer. Pero cuando se trata de tomar algún compuesto hay que consultar siempre al médico». Y es que, advierte Alba, la etiqueta «natural» no equivale a inocuo: «Hay sustancias vegetales que pueden interaccionar con fármacos. Incluso el pomelo o los antioxidantes, como la vitamina E, en altas dosis pueden contrarrestar el efecto de la quimio».
En el Hospital Carlos Haya de Málaga, Antonio Fernández, auxiliar técnico de enfermería de la Unidad Clínica de Salud Mental I, con 27 años de experiencia en psiquiatría, propuso a la Dirección un taller de taichi para pacientes con enfermedad mental grave como parte de su terapia.
Los resultados son positivos y se notan en «la mejora en la atención y psicomotricidad», dos aspectos difíciles de trabajar. Y además muchos de los que participan repiten, todo un logro cuando la desmotivación es la norma.
Reiki para trasplantados
Incluso el reiki, que regula la energía por imposición de manos, ha llegado a hospitales como el de Jerez o el Ramón y Cajal de Madrid. En este último una maestra en esta técnica trabaja con pacientes de hematología, trasplantados de médula ósea, oncología y pediatría dos veces por semana, en sesiones de 20 minutos. Un tercio de los usuarios lograron reducir la ansiedad y mejorar el estado de ánimo.
El presidente de la SEOM recuerda que «cuando la esperanza flaquea o tenemos un problema de salud severo se recurre a todas las alternativas posibles». Por eso es importante regular este tipo de terapias alternativas y exigirles fiabilidad. Sobre muchas de ellas se cierne la duda de si es el efecto placebo lo que las hace eficaces. Un efecto, por cierto, nada despreciable, que va más allá de la sugestión. El efecto placebo es capaz de movilizar los mismos mecanismos cerebrales que los antidepresivos, de ahí que a estos fármacos les sea tan difícil demostrar su superioridad frente al placebo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario