(Extraído de quieromedicinanatural.com)
Ya hemos comentado que la candidiasis es una patología con frecuencia mal diagnosticada y persistente en evitar su eliminación. Además las cándidas, cuando son destruidas, liberan una gran cantidad de toxinas que pueden saturar y alterar nuestro organismo. Es importante no sólo eliminar las cándidas sino también evitar las recidivas o reinfecciones. Así en muchas ocasiones un tratamiento contra candidiasis que tenga una acción de choque puede provocar un shock tóxico en nuestro organismo. Esto es lo que se conoce como síndrome de Herxheimer, donde los restos metabólicos y las toxinas provocadas durante el ataque a las levaduras puede provocar síntomas no deseados: malestar general, nauseas, dolor articular, depresión, alteraciones en la piel. Para paliar estos síntomas, que indican que el tratamiento antifúngico está funcionando aunque no sea de la forma menos lesiva para nuestro cuerpo, es importante facilitar la eliminación de toxinas ingiriendo muchos líquidos e infusiones o caldos depurativos. En el tratamiento de la candidiasis encontramos diversas fases que nos aseguran la eliminación de las levaduras y de sus efectos nocivos, así como una restauración de nuestras funciones vitales equilibradas:
1. Preparación de nuestro organismo para facilitar la destrucción de las levaduras y la eliminación de las toxinas que se generen cuando se destruyan las levaduras. En esta fase es fundamental el apoyo de la dieta para evitar el aporte nutriente a las levaduras y por tanto frenar su desarrollo. Es importante eliminar de la dieta los hidratos de carbono y azúcares (principal fuente de alimento para las cándidas), fruta, la leche y todos los derivados lácteos, levaduras (frescas o secas), hortalizas ricas en hidratos (patatas, boniatos, calabaza), setas y champiñones, frutos secos, harinas refinadas, productos fermentados. Podemos ayudar a nuestro organismo a facilitar la depuración mediante fitoterapia, utilizando productos drenadores hepático biliares que estimulen la desintoxicación, como es el caso de la alcachofa o el cardo mariano, que facilitan la secreción biliar hacia la luz intestinal y la regeneración hepática. Además podemos utilizar enzimas digestivas que faciliten la digestión de los alimentos y la mejor absorción de nutrientes, evitando además la sensación de pesadez que podemos encontrar en esta primera fase. Para facilitar la limpieza intestinal, tanto de restos tóxicos como de exceso de bacterias no beneficiosas, debemos asegurarnos de ingerir una cantidad suficiente de fibra en la dieta, para lo que podemos utilizar alimentos integrales, salvados, etc. Aunque en estos casos lo mejor es recurrir a preparados con fibras y fructooligosacáridos que limpien y preparen nuestro intestino. Podemos utilizar pectinas, psyllium, fibras de avena y guisante (muy indicada para intestinos más sensibles), pero nunca se deben utilizar laxantes o purgantes más drásticos (sen, cáscara sagrada, salvado de trigo). Fundamental ingerir liquido abundantes, y si además conseguimos que sea un líquido alcalino que evite la acidificación de nuestro organismo, como es el caso del agua de coral, evitaremos la acidosis tan promotora de estados patológicos. Esta fase puede durar entre 2 y 4 semanas.
2. Eliminación de las cándidas: una vez que nuestro organismo está preparado para liberarse de las tóxinas liberadas en el tratamiento podemos comenzar con el ataque a las levaduras. La fitoterapia nos presenta algunas alternativas antifúngicas que pueden ser muy útiles en el tratamiento de la cándida. Encontramos entre otros: aceite de ajo, extracto de semilla de pomelo, pau d’Arco, aceite de orégano, tomillo, etc. Además encontramos otros principios activos como vitaminas y minerales que mejoran la actividad antifúngica de estos fitoterápicos: ácido caprílico, zinc, vitamina C, vitmaina B6, betacarotenos. Los mejores resultados se obtienen al combinar y alternar los antifúngicos. Debemos también, en los casos que tengamos respuestas de nuestro organismo a los excesos de toxinas liberadas por la destrucción de la levadura, que facilitar la desintoxicación, para lo que podemos utilizar chlorella o molibdeno, junto con la ingesta de abundante líquido para facilitar el drenaje de las toxinas. Esta fase puede durar de 3 a 9 semanas, siendo siempre mejor pasarnos de precavidos, que no destruir todas las cándidas.
3. Reequilibrio del sistema: una vez que hemos eliminado tanto las levaduras como sus restos necesitamos devolver a nuestro organismo su estado ideal. Para ello podemos utilizar sustancias como los probióticos, que se encargan de repoblar nuestro sistema digestivo y nos otorgan una gran barrera defensiva, los ácidos grasos esenciales omega 3, que evitan la acción de sustancias proinflamatorias y favorecen la circulación de nutrientes por el torrente sanguíneo, mejorando además la permeabilidad de las membranas celulares¸ y por la pérdida de nutrientes de las fases anteriores es necesario un complejo multivitamínico y multimineral. En el caso de las candidiasis vaginales es importante además repoblar la flora vaginal beneficiosa para lo que podemos utilizar óvulos y comprimidos vaginales a base de probióticos. Si existen muchas molestias en la zona como picor e irritación es muy útil emplear lavados con agua con bicarbonato, y utilizar tres gotas de aceite esencial de árbol del té. Esta fase dura entre 4 y 6 semanas.
4. Reparación de los daños causados: estos procesos patológicos provocan gran cantidad de daños que necesitamos reparar, como es el caso de la mucosa intestinal, que podemos restructurar con vitamina A, incluso mejora alteraciones dermatológicas, ácidos grasos esenciales, omega 3 y 6, e incluso el omega 7 si los daños dermatológicos son más marcados. Para esta etapa, según los daños provocados por la candidiasis, podemos emplearla unas 4 semanas. Además de los principios activos dirigidos sobre nuestro organismo y su respuesta a la infección, o hacia el agente patógeno podemos seguir una serie de recomendaciones que nos faciliten el tratamiento y evite la recidiva:
• Dieta antifúngica: debemos seguir una dieta que evite aportar los nutrientes a las levaduras, y una vez superada la enfermedad, incorporar de forma paulatina y con seguimiento alimentos como frutas y verduras, para controlar que su ingesta no nos provoca reinfecciones.
• Ejercicio diario: mantiene nuestro sistema inmune alerta para evitar las infecciones.
• Higiene íntima adecuada: no es recomendable el uso de compresas y tampones de materiales sintéticos. Como tampoco lo es utilizar jabones, jabones íntimos, geles, toallitas higiénicas, en el lavado de los genitales. Siempre es mejor utilizar agua hervida con bicarbonato, que además de regular el pH vaginal, sirve como higienizante.
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