AVISO IMPORTANTE


A partir del día 14 de junio de 2015, domingo, este blog dejará de ser actualizado como se ha venido haciendo hasta la fecha. La primera idea fue la de cerrar el blog, pero el deseo que que cuanto aquí se ha publicado pueda seguir siendo útil en el futuro, nos hace que mantengamos abierto el blog. Si tuviera alguna duda o quisiera hacer algún comentario, no tema hacerlo: seguiremos publicando cuantos comentarios se hagan y seguiremos contestando a las dudas que puedan surgir.
Gracias y hasta siempre.
Andrés Guerrero Serrano
-Homeópata-

sábado, 8 de marzo de 2014

Sobre Equipo de Investigación de la SEXTA: “El negocio de la Homeopatía” (7/03/2014)

Le habían dado tanta publicidad que hasta los amigos me avisaban de la fecha y hora del evento.

No esperaba mucho, porque ya en la publicidad aparecían expresiones como “negocio, agua, multinacional, solo azúcar…”, pero tenía la esperanza de que fuera al menos un planteamiento mínimamente objetivo. Y no. Desde la primera palabra hasta la última –no lo acabé, pues a los cuarenta minutos estaba ya saciado de tanta manipulación- iban dirigidas a hacer pensar que la Homeopatía es un “negocio” en el que todos ganan y solo los pacientes –pobres incautos- pierden. Ganan los laboratorios –especialmente la multinacional Boiron-; ganan las farmacias –“25000 euros al mes de ventas en la Farmacia Coliseum de Barcelona y siempre llena”-; ganan los médicos -que cobran por sus consultas 120 euros, más las revisiones-; ganan los veterinarios –que cobran por engañar a los animalitos-; ganan los ganaderos –“que no tienen que tirar la leche”-; ganan hasta los que no ganan, por ejemplo yo, que desde 2003 me dedico a través de los foros y de mi blog a ayudar a las personas que necesitan homeopatía sin cobrar ni un solo céntimo –pensarán los del programa que mi caso debe estar subvencionado por la mafia homeopática-.

Se preguntaban “capciosamente”, durante la visita al laboratorio Boiron en Lyon, por qué debían dejar el material y ponerse las batas: ejemplo más que claro de la cantidad de veces que han entrado en un laboratorio, homeopático o no.

Preguntaban a un señor del CSIC sobre la homeopatía y este se ufanaba diciendo que la homeopatía tenía menos contenido que cualquier hierba de herbolario.

Aparecía otro señor –no recuerdo si era el mismo- echando el contenido de un frasco o de un sobre en un pantano, diciendo después que ahora ya el agua del pantano era curativa, porque la dilución era semejante a la que se utiliza en Homeopatía.

Y entretanto se preguntaba a la gente de la calle su experiencia con la Homeopatía: y a los que decían que bien, que les había funcionado, que se encontraban mejor, les dejaban la cámara pegada a la cara, como si fueran “bichos de laboratorio”. A la familia que salió repartiendo dosis homeopáticas a sus hijos, los expusieron como si fueran seguidores de una secta drogando a sus hijos. A la veterinaria que acudía a los ganaderos la pusieron como mediadora del negocio de la leche y al ganadero que defendía que sus vacas estaban bien le añadían el comentario “…y no tiene que tirar la leche…”; y a Coral Mateo, veterinaria asturiana, la ponían de defensora de lo intangible tras preguntarle por el efecto placebo en los animales, cuando ella contesta: “los animales se curan con la homeopatía. ¿Por qué insistir con lo del placebo?”, y así con todo.

De verdad que fue un programa manipulador y me gustaría expresar que si realmente alguien quiere investigar sobre la Homeopatía, podría interesarse por los siguientes puntos que ahora enumero:

1.- Por favor, quiten al escéptico ese de las 40 pastillas de SEDATIF o, si no se le puede despegar de la silla y de la cámara, denle otro paquetito de pastillas diferentes, como por ejemplo HOMEOVOX – de Boiron- para que calle de una vez, o de STODAL –de Boiron- para la carraspera de tanto hablar del suicidio homeopático, o de EQUILIDRAINOL – de Boiron- y verán como se levanta para “obrar”, en el sentido más fecal de la palabra.
Y se preguntarán: ¿Y por qué lo hemos de quitar, si queda hasta majo?, muy sencillo porque el punto de partida es espurio. Si buscan un respuesta para su pregunta, no se puede partir de un prejuicio negativo, ya que lo normal es que no haya modo de cambiar ese punto negativo de manera alguna.

2.- Reúnan a todos aquellos paseantes a los que preguntaron si les había funcionado la homeopatía y pregúnteles por el mal que les aquejaba y cómo lo solucionaron, cuánto tardaron y cuánto les costó –que por cierto, hablan de lo caros que son los medicamentos homeopáticos y eluden decir lo que cuestan los medicamentos alopáticos fuera de la Seguridad Social-. Pregunten cuánta homeopatía tomaron y comparen con la polimedicación habitual del nuestros niños y ancianos. Hagan cuentas de cuánto cuesta un tratamiento homeopático y cuánto un tratamiento alopático, con el número de visitas que supone al paciente y el tiempo de espera.

3.- Reúnan a todos los que llevaron a sus animales y mascotas al veterinario y se curaron al ser tratados con la homeopatía: pregúnteles cuánto les costó, cuánto tardaron en curar y de qué padecían, además de preguntar si acaso los habían llevado ya a otros veterinarios no homeópatas –esto es solo por saber el diagnóstico y la solución propuesta-.

4.- Reúnan a todos los deportistas que usan homeopatía y pregúntenles cuál fue el resultado, si mejoraron o no de sus dolencias. Si la recuperación fue total o tuvieron problemas posteriormente. Pregunten a otros que hayan seguido tratamiento alopáticos (antiinflamatorios, infiltraciones, etc.) y tomen los resultados. Pregunten también el precio –aunque solo sea para que la estadística refleje una realidad más cercana-.

5.- Vayan a Reino Unido y visiten el Hospital Homeopático de Glasgow. Pregunten por el número de pacientes, las visitas, los tratamientos, el precio y la inversión. Pregunten a los pacientes del Hospital si mejoraron o no de sus dolencias y cuánto tiempo les costó. Pregunten –si les parece oportuno- qué tipo de enfermedades tratan en el Hospital y los índices de curación de las distintas patologías: seguro que además lo pueden acreditar con expedientes médicos.

6.- Pásense por Pakistán, y pregunten en los Hospitales Homeopáticos de allí: a los doctores, a los pacientes, a los administradores.

7.- Y de paso, por la cercanía, vayan a la India y visiten alguno de los cientos de Hospitales Homeopáticos. Pregunten qué enfermedades tratan, cuántos pacientes tienen, cuánto tiempo invierten y cuánto dinero cuesta el tratamiento para el paciente o para el erario público. Pregunten a los pacientes en tratamiento o ya curados.

8.- Y ya que están en la India, pregunten por los Doctores Banerji y háganse los escépticos con la posibilidad de que curen un gran número de cánceres que la medicina alopática no puede ni soñar en curar.

9.- Y de paso, entren en las Universidades y Colegios Homeopáticos y pregunten a los estudiantes, a los profesores y a todos los que por allí pululen. Pregunten sobre cifras, patologías, efectividad…

10.- Y ya de vuelta, pásense por Estados Unidos de América y visiten las clínicas, los centros homeopáticos y las Asociaciones de Homeópatas. Pregunten y reciban las respuestas.

11.- Y una vez en España hagan las cuentas, saquen las estadísticas y revisen su documentación. Se quedarán asombrados cuando vean que las estadísticas refuerzan claramente la idea de que la Homeopatía CURA y que lo hace con una efectividad admirable. Repasen sus cifras y coincidan con las aseguradoras alemanas que afirmaron que la Homeopatía curaba más y con costes mucho más bajos que la medicina alopática.

12.- Y entonces, cuando tengan todo esto claro, pregúntense cómo demonios es posible que la Homeopatía cure si solo es agua del grifo. En ese momento, estarán Uds. en el mismo punto en que nos encontramos los miles de Homeópatas del mundo: asombrados de que una dilución tan alta en la que no quedan moléculas pueda curar. Pero para entonces, puedo sospechar que su mentalidad de escéptico redomado se habrá quedado admirada de lo que la Homeopatía hace en cualquier lugar del mundo, vayan donde vayan.

13.- Pero si aún así les queda alguna duda, acudan a HOMEÓPATAS SIN FRONTERAS y pregunten por los proyectos, por los trabajos de campo en Latinoamérica y en África. Pregunten por patologías, costes… pregunten por las donaciones de los laboratorios, por los apoyos que reciben, por los resultados… ´

…Y ENTONCES, rehagan su reportaje, quítele la palabra NEGOCIO al titular, presenten cifras y estadísticas y reconozcan que no saben por qué la Homeopatía cura.

En ese momento, se darán cuenta de que lo que el Ministerio de Sanidad propone con su borrador es simplemente asegurar que los remedios homeopáticos están bien hechos, bien manufacturados y que no pueden hacer mal a los pacientes. Esa es la seguridad que el Ministerio quiere proporcionar y no el hecho de dar carta de naturaleza a lo que la ciencia no es capaz de aclarar ni de entender. Y los laboratorios grandes invertirán grandes cantidades por cumplir con la ley, y los pequeños invertirán grandes cantidades para poder seguir sirviendo a la sociedad y sobreviviendo en este mundo marcado por la materialidad de las conciencias.

Y si, aún así, insisten en su idea, por favor, pídanle a los del Ministerio que “saquen definitivamente” de las farmacias los remedios homeopáticos. Será entonces cuando el negocio quedará en manos de los que hacen negocio con cualquier cosa, incluso con la enfermedad humana.

P.D. No he querido incluir este último párrafo en el texto, para no “manipular” la conciencia del lector. Por eso, lo añado ahora.
Pregúntese e investigue el porcentaje de casos que se curan con placebo frente a las medicinas alopáticas QUE TIENEN MOLÉCULAS contadas y pesadas. Pregunte por qué tenemos que pasar por efectos secundarios, agravaciones y problemas medicamentosos con medicamentos “científicamente probados”. ¿Es que para curarnos tenemos que morirnos antes o quedar muy malitos? No quiero aquí hablar de la Industria farmacéutica, pero creo que se han equivocado buscando en negocio en la Homeopatía, el negocio lo tienen al otro lado del mostrador.

13 comentarios:

  1. Como bien dice Andrés, se veía venir.

    Además de todo lo expuesto por él, me parece que siempre se olvida a la persona que recibe el remedio homeopático. Dado el enfoque que se da siempre en estas discusiones, se le dice poco menos que además de dejarse engañar económicamente por alguien que se aprovecha de su desconocimiento científico y que gracias a incautos como él, tiene un Ferrari en la puerta de su casa (el mío es verde), es poco menos que imbécil al sentirse mejor (no voy a hablar de curación) con un producto que bioquímicamente no tiene nada. Si se encuentra mejor de su dolencia, es seguro que estará peor de la cabeza.

    Y digo bioquímicamente, porque me parece que también olvidan que no todo en este mundo es bioquímica. Si se pretende comprobar con bioquímica un producto homeopático vamos a tener el mismo resultado que si pretendemos medir la electricidad con una cinta métrica. ¿Han echado un vistazo a los experimentos de Louis Rey con la termoluminiscencia? Y por hablar de alguien a quien tampoco se pueda tachar de pseudocientífico o crédulo ¿han leído lo que dice Luc Montagnier sobre la homeopatía? Lo digo porque este señor ha sido Premio Nobel de medicina…

    Apartado queda el tema de las riquezas que amasamos gracias a los ignorantes e incautos que acuden a nosotros, Andrés lo ha dejado muy claro. Pero sí me resulta curioso que en su caso el efecto placebo sea recurrente. La mayor parte de las personas que acuden a nuestros gabinetes o consultas, lo hacen con diversas dolencias que son tratadas con distintos policrestos. Si en todas ellas notan reacciones, mejorías o incluso (¡oh, sorpresa!) curación - cuando no han tenido nada de eso con terapias alopáticas- habría que plantearse que hay muchas personas que reaccionan mucho mejor ante el placebo que ante la bioquímica de manera continuada. Y además, debe ser cierto que somos poco menos que una secta, porque la mayor parte de personas que prueban la homeopatía, repiten.

    Con respecto al llamado “suicidio homeopático”, la verdad es que no sé si poner en primer lugar el desconocimiento del que lo hace o en realidad su conocimiento frente al desconocimiento de los que lo ven. Lo digo porque los casos que conozco de este “suicidio” (curiosa palabra para un evento en el que nadie ha muerto), siempre se usan diluciones bajas (incluso que no llegan a superar el Número de Avogadro), pero en ningún caso he visto que alguno de los presuntos suicidas pidan a un experto homeópata que evalúe su policresto constitucional y le dé una alta dilución. Si un suicida homeopático constitucionalmente sórico ingiere cierto policresto que todos tenemos en mente a una alta dilución (sin principio activo ninguno), morir no morirá, pero desde luego saldría del trance diciendo cosas muy distintas de la homeopatía. Como posiblemente las cosas que diría fueran distintas pero también en contra, me abstengo de ahondar en el tema.

    En fin, que normalmente sigo el consejo de Groucho con respecto a lo que hacer cuando se enciende la televisión en casa, pero reconozco que La Sexta era una de las pocas que veía de vez en cuando…

    … veía.

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  2. Compañeros de oficio, os aplaudo por vuestros comentarios. La verdad es que se siente impotencia ante tanta ignorancia. Cualquier cosa que sea mala cae por su propio peso, tarde o temprano. Y la homeopatía sigue ahí, ¿Por qué será?
    Los que trabajamos en esto hemos visto curar casos que la medicina alopática no curaría jamás, a mi, mi trabajo me llena cada día más, me siento orgullosa y realmente feliz de poder ayudar a tanta gente que lo necesita y respecto al lucro económico, pues imagino que habrá gente que se aproveche, pero eso pasa en todas partes y con cualquier profesión u oficio. Sinceramente creo que ya no saben a que agarrarse, están desesperados y qué queréis que os diga. Oleee por la
    homeopatía!!!

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  3. Muchas gracias, Rafa!
    Muchas gracias, Raquel!
    Gracias a los dos por vuestras palabras y comentarios.
    Espero que alguien se dé cuenta de que hay otras vías, otras perspectivas, otros ángulos para llegar al meollo del asunto, sin necesidad de pensar mal ni de difamar. Espero, aunque lo veo difícil.
    Abrazos a los dos

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  4. El último programa que vi,hace ya algún tiempo, sobre el tema de la homeopatía me dejó perpleja ¿cómo puede haber todavía tanto caciquismo? ¡Qué cerrazón mental! Me prometí no perder el tiempo en oír a semejante clan de doctores alopáticos. Espero tiempos mejores, tiempos en los que la ciencia pueda dar explicaciones de cómo la homeopatía funciona, pero mientras tanto señores sean un poco más respectuosos y, como mínimo, den fe de los logros que se obtienen. Un poco menos de arrogancia y un poco más de ética.

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    1. Hola, Kilkor!
      Ciertamente no parece que los que critican la homeopatía sean más educados y respetuosos que los gañanes de los cortijos. No solo no respetan sino que parten de una base falsa: su propio escepticismo.
      Gracias por tu aportación.
      Saludos cordiales

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  5. Voy a poner dos comentarios seguidos, porque no me deja solo en uno.

    Efectivamente, Raquel, la homeopatía si no diera resultados debería haber caído ya hace tiempo (salvo, y volvemos a lo dicho anteriormente, que las personas que acuden a ella sean rematadamente ingenuos y se dejen engañar constantemente) y no ha caído. Como he dicho, creo que quienes usan esta medicina son los primeros que debían sentirse ofendidos cuando se dicen las cosas que se dicen de ella, porque a nosotros nos tratan como caraduras, pero a ellos les tratan como imbéciles.

    Dicho esto y retornando al tema del cientifismo que tan en boca está de los llamados “excépticos”, me gustaría hacer un poco de historia (incluso de ciencia).

    Parto de la base de que no estoy en contra de la ciencia en absoluto (y creo que el resto de compañeros tampoco). Todos somos perfectamente consciente de que los avances en el conocimiento de nuestro alrededor y de nuestro interior ha permitido que lleguemos a la Luna, que la sonda no sé qué haya salido del Sistema Solar y siga enviando información, que usemos los GPS (sobre todo yo, que me pierdo en mi propio barrio) y hasta que se hayan inventado los antibióticos, que si bien no son santos de mi devoción, reconozco que han salvado y salvarán muchas vidas si se usan correctamente y en el momento adecuado (al que en muchos casos no se llegaría con otro tipo de precauciones, pero eso lo dejo de lado por ahora porque no quiero extenderme más de lo que lo voy a hacer).

    Una cosa es ser “pseudocientífico”, como nos dicen por ahí y otra muy distinta ver que la ciencia no lo sabe todo. La ciencia es el nivel de conocimientos de una época, pero no es la voz de la verdad. Creo que no estaría de más recordar que hace no demasiados años, cuando algunas voces hablaban de unos pequeños bichitos que podían acabar –y que estaban acabando- con vidas humanas, la ciencia oficial se mofaba porque no había ninguna prueba demostrable de que eso existiera. En los anales de la cerrazón queda la frase de que “un bicho pequeño no puede matar a un bicho grande”. Y resulta que cuando se perfeccionó el microscopio se pudo ver que ciertos “bichitos” muy pequeños podían llegar a hacer mucho daño, se los llamó virus, se descubrieron muchos y ahora eso es absolutamente científico y nadie (ni nosotros, fíjate) lo duda. Eso sí, hasta ese momento, quienes postulaban por la existencia de esos extraños “efluvios malignos” como algo existente y comprobable, fueron tachados de pseudocientíficos, charlatanes, embaucadores y un largo etcétera.

    También podemos recordar la frase de Lavoisier a propósito del tema de los meteoritos en la que aseguraba que “no pueden caer piedras del cielo porque en el cielo no hay piedras”.

    Y no se puede culpar a ninguno de ellos, porque es cierto que con los medios técnicos de la época no se podía demostrar ni la existencia de los virus ni la de los asteroides, pero sí podríamos hablar largo y tendido de la cerrazón que tenían creyendo que si no era comprobable, sencillamente no existía.

    Y creo que lo mismo pasa con la homeopatía. Cuando se dice que no hay estudios que la avalen, no es cierto. Hay muchos, pero no entran por el ojo del llamado “método científico” y no se admite. Y ahí también podríamos hablar de lo que es el método científico, porque a primera vista parece que hay un método infalible que todo aquello que lo supera es verdad y lo que no lo supera es mentira, pero lo cierto es que hay muchos métodos científicos.

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  6. Podríamos hablar del experimental, que fue el primero, pero que se puso en duda ya que se dieron cuenta de que lo captado por nuestros sentidos no siempre es el todo.

    Podríamos hablar del hipotético-deductivo y del falsacionismo, podríamos hablar de los postulados de Popper o de los paradigmas de Kuhn… y no son iguales y todos son científicos.

    Podríamos recordar que cuando Einstein formuló su teoría de la Relatividad (la General y la Especial), lo hizo con un lápiz, un papel y mucha intuición y que algunas (sólo algunas) cosas se han comprobado experimentalmente en la actualidad, pero todo ello se considera científico.

    Podríamos hablar de la teoría (que es una teoría, no una ley) de la evolución de Darwin, que nos asemejó con el mono por morfología y que en la actualidad la genética está revisando con curiosos descubrimientos. También es científico.

    Y podríamos poner alguna más, pero no me apetece hacer una lista.

    Con ello simplemente quiero decir que puede ser cierto que la homeopatía no es actualmente científica, pero que no quita que nuevos experimentos y descubrimientos puedan hacerla científica en un tiempo. Quiero decir que los científicos de verdad no se quedan encajados en lo descubierto y dicen que a partir de ahí nada existe, sino que están abiertos a nuevos retos y si algo no entienden pero ven que “se mueve”, sencillamente se ponen (o se deberían poner) a darle una vuelta más de tuerca, porque su meta es saber más, no creer que lo saben todo. Quiero decir que las personas que usan este tipo de terapia sienten de verdad la mejoría, y que podríamos admitir el efecto placebo en un adulto, pero no en un recién nacido, en un perro, en una planta…

    Quiero decir que si nos quedamos en lo que sabemos hasta ahora de manera inamovible y no avanzamos en la ciencia no vamos a arreglar mucho, porque no hemos solucionado casi nada (eso sí, parcheando somos unos campeones).

    En fin, que aunque yo no vaya a tener un Ferrari en mi vida (ni falta que me hace), duermo tranquilo cada noche porque las personas que vienen a pedirme consejo homeopático (a las que no considero imbéciles, claro está) se van encontrando mejor con lo que les aconsejo que tomen y que en realidad me importa muy poco que ciertas mentes cerradas pretendan medir el tamaño del sol con el diámetro de su ombligo. No me voy a pelear con ellos, mi intención es otra y mi trabajo también. Algún día se darán cuenta de que son menos científicos que yo, pero mucho más cabezotas.

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  7. Querido Rafa:
    Al que no quiere entender, se lo puedes explicar por activa, por pasiva, por la física o por la química que no lo van a entender. Para ellos es una aberración lo de las diluciones y solo de pensarlo ya dicen que no puede ser. No escuchan, solo esgrimen papeles científicos de quienes dicen que no es más que placebo y de ahí extraen que es un engaño y un negocio. Que venden azucarillos como si fueran medicinas y a precio de oro.
    Yo siempre pienso: ya estoy pagando a precio de oro otras cosas que no valen nada y no me quejo, como por ejemplo, el autobú, la gasolina, el catastro, los impuestos del ayuntamientos, los de tráfico, los de la luz y las eléctricas, los de los políticos corruptos... de verdad, prefiero los azucarillos placebo que las mierdas que se toman los de la alopatía. Prefiero morir y vivir con dignidad y a su hora, que más tarde entre medicamentos conservantes y agilipollantes.
    Pero creo que no les vas a convencer, amigo.
    Un abrazo

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  8. Evidentemente no vamos a convencerlos. Tampoco lo pretendo. Me temo que nos toca esperar a que, como en el caso de los virus, se invente un microscopio más potente.

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  9. Felicidades por este artículo. Cómo homeópata me canso de ver a personas con el cuchillo en mano hablando sin respeto de la Homeopatía. Si yo no sé de algo o me callo o hablo de manera amable...! Me canso de oír tonterías y ver al tipo ese que hace bandera tomándose los Sedatif ... y al otro abuelo que hace trucos de magia...por favor hablemos con propiedad. Conozcamos la Homeopatía y luego hablemos, pero con respeto! Leer este artículo me hace sentir mucho mejor, lo he compartido en todo lo compartible ;-) Gracias

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    1. Muchas gracias, Vanesa por tus palabras y por tu ánimo.
      Ciertamente es cansino y agotador escuchar todas esas tonterías y barbaridades, pero la realidad es que es como la gota que acaba horadando la piedra (en este caso la cabeza de los que lo escuchan).
      Tenemos que estar atentos y dar cuenta de estos errores y de estas manipulaciones, porque si no, estamos en sus manos.
      Recuerda aquello que decían los chinos: "Una mentira repetida mil veces, se transforma en verdad".
      Gracias.
      Un abrazo

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  10. ¡Qué cansancio, de verdad, con tanta manía de tener que controlar cómo la gente decide mantenerse sana y tratarnos a quienes optamos por la homeopatía! (Vale, peco de vez en cuando con una aspirina cuando me levanto con dolor de cabeza y necesito alivio inmediato pero no hay ningún otro medicamento alopático en mi botiquín.
    Yo también dejé de ver el programa porque entiendo que una investigación seria debe partir de la neutralidad y esforzarse por ser objetivos. Nada de esto vi así que ¿para qué perder el tiempo? Eso sí, vi el final del programa con el ya tan manido suicidio por somníferos y, lo confieso, solté una carcajada. Reír para no llorar. Felicidades y mil gracias por este artículo.

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  11. Hola, Margarita!
    Muchas gracias por tu comentario.
    Lo del suicidio "homeopático" es ya tan cansino que me resulta cargante.
    Además siempre se suicidan con el mismo compuesto: SEDATIF
    Hace años que les propongo otros remedios y otras cantidades, pero no me hacen caso. No sé por qué. ¿Verán en mí mala intencion?
    Gracias de nuevo y un abrazo
    Andrés

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