(Extraído de Todo en salud.com)
La homeopatía no sólo puede ayudar al niño en las alteraciones del sueño de origen físico o psíquico, sino también cuando moja la cama, tiene terrores nocturnos o anda sonámbulo. Debe tener se en cuenta que, en estos casos, los remedios homeopáticos no se pueden equiparar a los remedios caseros o a las flores de Bach. El tratamiento adecuado exige un estudio a fondo por parte de un homeópata experimentado. Cuando se escoja el remedio, es necesario contemplar muchos factores distintos que un profano no puede valorar con certeza. Además, en este caso se añade la falta de objetividad de los padres; incluso los homeópatas dejan que el tratamiento de sus propios hijos lo decida un colega. Aquí presentamos una serie de remedios que el homeópata tendrá a su disposición para solucionar alteraciones del sueño.
Calcium carbonicum
Entre los objetivos de este remedio está el de ayudar al niño que se despierta abrumado de pánico por culpa de una pesadilla, al que sufre tenores nocturnos o vive aterrorizado el momento de dormirse. En cuanto cierran los ojos, los «niños-Calcium» suelen verse rodeados por imágenes perturbadoras. Ésa es la razón de que les dé miedo dormirse. A veces, se despiertan de una pesadilla gritando y es difícil tranquilizarlos. En los «niños-Calcium», los sueños de este tipo surgen a partir de la fuerte impresión que han dejado algunas historias o programas de televisión.
Los bebés y niños pequeños que necesitan calcio son tozudos, sobre todo cuando están agotados. En vez de dormirse, se quejan hasta casi luchar contra el sueño. Quieren que se les haga saltar encima de las piernas, exigen jugar al caballito y con cuanta más fuerza galopan mejor. En la cama, tienen calor enseguida; sudan mucho, a menudo poco después de dormirse, especialmente mientras les salen los dientes y cuando sufren alguna enfermedad aguda. El sudor tiene olor ácido. A veces, tienden al sonambulismo, aunque de una manera no tan exagerada como en el caso de los «Phosphorus» o de los «Natrium muriaticum».
Lycopodium
Tal remedio se emplea a veces en bebés miedosos con tendencia a los cólicos y a las indisposiciones. Es útil para casos de niños que acostumbran a no apartar el ojo de la madre, de la que no se separan en cuanto advierten la presencia de gente extraña alrededor. Al niño miedoso cuesta convencerlo de que debe dormir en su habitación, porque teme estar solo, sobre todo en medio de la oscuridad. Durante la noche no puede dormir si no hay una luz encendida, y suele insistir en que la puerta de la habitación esté abierta. Los bebés lloran cada vez que la madre abandona la habitación, no sólo durante la fase Ferber. A estos niños, les conviene dormir en la misma habitación que sus hermanos.
Todos los síntomas descritos aquí se agravan cuando el niño ve una película u oye una historia que le atemoriza. Después de las vacaciones, al empezar en el parvulario o en la es- cuela, al «niño-Lycopodium» se le presentan problemas que afectan al sueño. Los que están en edad escolar padecen insomnio antes de los exámenes o de la presentación de trabajos. Los «niños-Lycopodium» rara vez se destapan por la noche, dado que les cuesta sentirse abrigados.
Medorrhinum
Estos niños son auténticos búhos nocturnos; por la noche son capaces de resistir largas horas despiertos sin querer irse a la cama. Ocurre incluso cuando son bebés. Son demasiado inquietos para relajarse, y tienen una acusada tendencia a sufrir cólicos. Estos niños están desosegados hasta cuando duermen y son incapaces de mantener las piernas quietas. Prefieren dormir boca abajo, a menudo con las piernas dobladas, aunque ya haga tiempo que dejaran de ser bebés. Siempre sienten un calor excesivo y por la noche tiran la manta al suelo. Suelen tener pesadillas en las cuales aparecen perros que muerden y frecuentes escenas de violencia.
Natrium muriaticum
Este remedio se utiliza mucho menos en bebés que en niños en edad escolar. El homeópata reconoce a un «niño-Natrium» porque suele desear que lo dejen solo, así como rechazar que lo tomen en brazos y le hablen personas que no gozan de su confianza. Esta tendencia a retraerse y a mostrarse insociable se mantiene a lo largo de la infancia. Otra señal típica de estos niños es que por la noche tardan mucho en dormirse porque piensan en infinidad de cosas. Asimismo, suelen mojar la cama con cierta asiduidad.
Estos niños presentan una fuerte tendencia al sonambulismo. Sus sueños terroríficos se basan con frecuencia en persecuciones, robos y malhechores. En sus pesadillas, los niños en edad escolar pueden no encontrar la escuela, llegar tarde a exámenes importantes, o ponerse en ridículo ante toda la clase.
Phosphorus
Los «bebés-Phosphorus» pueden resultar radiantes angelitos en tanto se los lleve pegados al cuerpo como ranitas. Tienen una necesidad especialmente acentuada de contacto corporal, caricias y cualquier tipo de dedicación. Por esa razón, no les gusta dormir solos y se quejan hasta que la madre se tumba a su lado. A los diez años continúa encantándoles meterse en la cama de los padres. Hay una actitud de los «Phosphorus» que suele sorprender a los progenitores: un niño de cinco años que hasta ese momento ha dórmido siempre pegado a la madre puede decir, de repente: «Mamá, prefiero irme a mi cama». En el «estado-Phosphorus», el niño posee una fantasía extremadamente viva. A oscuras,las siluetas de la habitación le parecen monstruos o fantasmas y la luz engañosa produce en su mente sombras terroríficas. En ese preciso momento, el niño recuerda mil cosas que necesita con urgencia o quería decir para que el adulto se acerque a él y haga desaparecer las figuras terroríficas. Reclamará la atención
hasta que se le cierren los ojos de cansancio y agotamiento.
El ritual para dormirse representará un pilar psíquico en cualquier «niño-Phosphorus» hasta bien entrada la edad escolar. Especialmente antes de los exámenes, les resulta muy difícil dormirse si no se los acaricia antes. Los niños pequeños se despiertan con frecuencia por la noche con mucha sed. El sueño de un «niño-Phosphorus» suele ser inquieto porque sus sueños es.
tán plagados de monstruos, fantasmas y animales feroces. En las pesadillas experimenta persecuciones, asesinatos y otros sucesos macabros. La mayoría de los sueños tienen origen en películas o experiencias que han alimentado su fantasía poco tiempo atrás. Es muy frecuente que sufran sonambulismo y también que hablen en sueños. Los «niños-Phosphorus» prefieren dormir sobre el lado derecho (los adultos prefieren el izquierdo) o boca abajo y se muestran muy inflexibles en este aspecto.
Pulsatilla
Estos bebés son auténticos pedazos de pan. Pero, ¡pobre de usted cuando los acueste! En el «niño-Pulsatilla» existe un miedo muy pronunciado a ser abandonado y a las separaciones. Estos miedos son la causa de que llore cada vez que se lo acuesta y de que no pare hasta que se lo toma en brazos. Con todo, sus lloros no son de los que atacan a los nervios. Por lo común, estos niños consiguen que los padres los levanten y los colmen de besos. Exactamente lo que necesitan. Sobre todo al dormirse, el bebé quiere que lo mezan o que le den el pecho, así no experimenta con tanta intensidad la separación del mundo. Cuando se despierta por la noche llora reclamando a la madre para que le dé el pecho, lo meza en brazos o lo acaricie hasta que se duerma de nuevo. Un «niño-Pulsatilla» pequeño tiene mucho miedo a que lo lleven a su habitación y se resiste llorando sin parar hasta que los padres van con él y se tumban a su lado. Estos niños tienden a ser sonámbulos y a hablar en sueños. A un «niño-Pulsatilla» le supondrá un problema enorme que los padres se separen.
Las separaciones, enfermedades o muertes provocan automáticamente pesadillas en estos pequeños. A los «niñosPulsatilla» les encanta dormir con la madre, igual que a los «niños-Phosphorus». Son muy típicas de los «niños-Pulsatilla» las tácticas sutiles que utilizan para retrasar la hora de acostarse, porque cualquier separación de los padres les provoca un miedo enorme. Por la noche, el niño se despierta y se mete en la cama de los padres. Teme la oscuridad y estar solo, los monstruos del armario y las sombras que se escurren por la pared —por ejemplo, cuando pasa un coche por delante de la casa—. Una lamparita de noche le servirá de ayuda. El «niño-Pulsatilla» acostumbra a dormirse boca arriba, tal vez con las manos por encima de la cabeza. Los pies tienen que poderle salir por debajo de la manta; de no ser así, tendría demasiado calor. Por eso suele tirar la manta al suelo durante la noche.
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